Plaza Cataluña Barcelona: 5 secretos que no conocías
La Plaza Cataluña Barcelona no solo es el corazón de la ciudad, también es un lugar donde pasado y presente conviven en apenas unos metros cuadrados. Para el visitante que llega por primera vez, este espacio de 30.000 m² puede parecer simplemente un punto de encuentro, lleno de palomas, turistas y comercios. Sin embargo, tras su aparente normalidad, la plaza esconde huellas de distintas épocas que nos hablan de la historia de Barcelona.
En este artículo vamos a descubrir 5 secretos de Plaza Cataluña. Algunos están a la vista, otros requieren fijarse bien o incluso bajar al metro, pero todos nos ayudan a entender cómo esta gran explanada pasó de ser un descampado extramuros a convertirse en el epicentro urbano y simbólico de la ciudad.

1. Un pedazo de muralla medieval escondido bajo tierra
Antes de convertirse en plaza, esta zona era simplemente un terreno vacío, situado fuera de las murallas medievales. La ley prohibía edificar en el exterior de la ciudad para mantener despejado el campo de visión ante posibles ataques. Solo se permitían mercados temporales o celebraciones puntuales, pero durante siglos aquí no hubo construcciones permanentes.
Las murallas fueron derribadas en el siglo XIX para permitir la expansión de la ciudad. Sin embargo, al excavar para construir los accesos al metro y a los Ferrocarrils de la Generalitat, apareció un tramo de muro del siglo XIV-XV, junto con una torre defensiva conocida como la torre de Canaletes.
Hoy todavía se puede ver este fragmento si se baja al ascensor situado entre la Rambla y la calle Pelai. Es un recuerdo silencioso de aquella Barcelona amurallada que desapareció con la modernidad.

2. La casa que resistió: la tribuna de Isidre Sicart
A finales del siglo XIX, tras el derribo de las murallas, el ingeniero Ildefons Cerdà diseñó el Eixample con sus famosas manzanas en cuadrícula. Curiosamente, en su plan original no estaba prevista ninguna plaza en esta zona. Pero la presión popular logró que en 1898 se aprobara la urbanización del espacio como plaza pública.
Antes de que esto ocurriera, ya se habían levantado algunas casas en la zona, como la Casa Isidre Sicart, un edificio modernista de 1867. Durante más de un siglo resistió el proceso de transformación, rodeada por hoteles, cafés y almacenes que crecieron a su alrededor.
Finalmente, en 1987, el edificio fue comprado y demolido por El Corte Inglés, que ampliaba sus instalaciones. Pero la presión ciudadana consiguió que al menos quedara un vestigio: una réplica de una de sus tribunas góticas en la fachada del centro comercial. Un detalle casi escondido que recuerda cómo era la plaza antes de su gran transformación.
Cuando se inauguró oficialmente en 1927, Plaza Cataluña fue embellecida para la Exposición Internacional de 1929. Se encargaron hasta 28 esculturas, convirtiendo el espacio en una especie de museo al aire libre.
La abundancia de desnudos en estas obras generó una fuerte polémica. Asociaciones religiosas y padres de familia protestaron por lo que consideraban un exceso de cuerpos desnudos en pleno centro de la ciudad. Aun así, la mayoría de esculturas permanecieron, y hoy forman parte inseparable del paisaje de la plaza.
Entre todas, destacan dos piezas con historias muy distintas:
3. El Monumento a Francesc Macià
Entre las esculturas que adornan la plaza, la más llamativa es sin duda el Monumento a Francesc Macià, obra de Josep Maria Subirachs inaugurada en 1991.
Macià (1859–1933) fue militar, político y presidente de la Generalitat. En 1931 proclamó el Estado Catalán dentro de la República Federal Española, convirtiéndose en un símbolo del catalanismo republicano.
La obra representa una escalera invertida, cuyos primeros peldaños aluden a su etapa de gobierno. El resto de la escalera queda inacabada, como símbolo del futuro de Cataluña: un camino que se sigue construyendo día a día.

4. La Virgen de Montserrat: una escultura discreta
En el extremo opuesto de la plaza, casi escondida frente al Corte Inglés, encontramos una pequeña obra de Eusebi Arnau de 1929: la Virgen de Montserrat.
La escultura representa al monje ermitaño Joan Garí sosteniendo la Moreneta. Durante la Guerra Civil Española, cuando el culto religioso estaba perseguido, muchos barceloneses se acercaban aquí para rezar en silencio.
Por eso, aunque no sea la más grande ni la más vistosa, esta escultura tiene un fuerte valor simbólico. Es un ejemplo de cómo incluso un rincón discreto puede convertirse en refugio de la memoria colectiva.

5. Las cicatrices de la Guerra Civil
El secreto más sobrecogedor de la plaza son las marcas de proyectiles que todavía se pueden ver en algunas fachadas.
El 19 de julio de 1936, al estallar el golpe de Estado, las tropas sublevadas intentaron tomar el control de Barcelona. La Plaza Cataluña fue uno de los puntos estratégicos, y durante varias horas estuvo en manos de los militares golpistas.
Finalmente, las fuerzas leales a la República —policía, Guardia de Asalto y milicias obreras— retomaron el control, pero los enfrentamientos dejaron huellas visibles. Esas cicatrices de bala siguen recordándonos el inicio de la guerra en la ciudad y uno de los episodios más dramáticos de su historia.
La próxima vez que pases por ella, fíjate bien: quizás descubras que la historia de Barcelona está escrita en cada rincón de su plaza más emblemática.

¿Quieres conocer más historias como esta? Sigue este enlace para conocer lo mejor de Barcelona con nosotros.
Próximo Tour:

Barrio Gótico: De la Barcino romana al esplendor medieval
Te podría interesar...
- All Posts
- Destacados
- Historia de Barcelona
- Planes
- Recomendados
- Turismo
- Ventas

- All Posts
- Historia de Barcelona

Un templo imperial escondido en plena ciudad antigua.

Barcino: La Colonia Romana
Conoce cómo se fundó la ciudad de Barcelona. Su origen se remonta a la época del emperador Augusto, momento en que se consolida como una próspera colonia…
