Hoy vamos a contarles un poco sobre el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC), pero en esta ocasión no vamos a contarles la historia del museo como tal, sino que queremos analizar específicamente su colección más emblemática: la colección de arte románico. Vamos a hablar de la forma en que se formó esta exposición y porque, además de ser la más importante, es también la más polémica del museo.
Los comienzos del MNAC y de la colección del arte románico
Bueno, en esta primera parte vamos a hablar un poco de cómo se formó la colección del arte románico del MNAC. Tenemos que empezar con este tema porque esta es una de las cuestiones que hace único a este museo. Luego, en una segunda parte, vamos a tratar de establecer el origen de algunas problemáticas alrededor de esta exposición de arte románico.
Tenemos que tener en cuenta que las grandes colecciones de pintura que uno encuentra en los museos – la mayoría, no digo que todas – fueron reunidas una vez las colecciones reales fueron convertidas en patrimonio museístico. O sea, la idea es que estas obras de arte que antes solo podía deleitar a la realeza y decoraban los palacios, ahora estuvieran expuestas en los museos al alcance de todo el mundo. Este es el caso del Museo del Prado, para no irnos más lejos.
Y esto lo comento, porque, en el caso de Barcelona será un poco lo contrario, de hecho, en principio, no contaba con este patrimonio, por lo que la ciudad hasta finales del siglo XIX no tuvo un museo así como emblemático y de primera categoría. Lo que pasó fue que más o menos para la época en la que se están celebrando las Exposiciones Universales en la ciudad, y respaldado también por algunos movimientos culturales como podía ser el caso del movimiento de la Renaixença, algunas élites intelectuales de la ciudad van a hacer un claro esfuerzo justamente por reunir un patrimonio artístico y exponerlo. Digamos que Barcelona no podía quedarse sin tener un gran museo de arte propio.
No vamos a entrar en detalle de todas las colecciones, porque luego este museo tiene una colección de arte gótico, renacentista y moderno. Sino que voy a centrarme exclusivamente en su colección de arte románico, ya que es esta colección la que va a tener un origen realmente paradigmático.
La colección del arte románico del MNAC
A principios del siglo XX, entre 1904 y 1906, el arquitecto modernista Lluís Domènech i Montaner (uno de los arquitectos de las casas de La Manzana de la Discordia), junto con algunos miembros del Centre Excursionista de Catalunya, realiza una serie de expediciones por los pirineos catalanes. Y durante estos viajes va a descubrir un número significativo de iglesias románicas del siglo XI y XII que había en la zona. Incluso va a realizar varios viajes en los que documenta las iglesias, hace fotografías y dibujos porque su intención, con esta información, era elaborar una primera gran monografía sobre todos estos hallazgos.
Esta tarea, por cierto, va a quedar inconclusa, pero esta primera expedición es muy importante, ya que la información sobre todo las fotografías de alguna pintura mural que había en las iglesias, lo que se conoce ahora como arte románico. Todo esto va a despertar cierto interés en las élites intelectuales y culturales de la ciudad; todo este patrimonio artístico que se había quedado como perdido en el tiempo y que al parecer nadie conocía.
Es por este motivo que en 1907 se va a organizar la Expedición Histórico-Arqueológica del Instituto de Estudios Catalanes en el Valle de Aran y la Ribagorza, un nombre un poco largo, pero que va a ser fundamental porque es a través de esta expedición (oficial y académica), que se va catalogar, estudiar y, sobre todo, dar a conocer – ya con todo el rigor – de la época – todo este patrimonio de arte románico.
Paradójicamente, estos hallazgos no solo despertaron el interés y la curiosidad de historiadores del arte, sino que llamaron la atención de algunos coleccionistas particulares justo en este momento en el que el mercado del arte se encontraba en pleno auge. Y bueno, aprovecharon un poco toda la situación, por lo que sabemos que coleccionistas llegaron a trasladarse a estos pequeños pueblos con la intención de adquirir alguna pieza de arte.
En esta época, no existían legislaciones que evitaran la venta a extranjeros de la pintura mural. Incluso una de estas pinturas de arte románico, llegó a ser vendida y en la actualidad se encuentra expuesta en algún museo de Chicago. Entonces, parece ser que para evitar que esto volviera a suceder, las autoridades catalanas iniciaron un proceso de adquisición de las mismas. Una decisión, por cierto, que vendría a ser el origen de muchas polémicas posteriores.
Por esto entre 1919 y 1923, se compró el mobiliario, las talla en madera, frontales de altar, en fin, todo este patrimonio que se había redescubierto, pero lo más importante serían los conjuntos de pintura mural que se encontraba en las iglesias. La cual también fue arrancada de su soporte original, de la pared, mediante la técnica del strappo, es decir, que se extraía únicamente la capa pictórica de la pared, la cual luego era instalada en un soporte de tela que permite su traslado.
De las montañas de los Pirineos fueron trasladadas más de 345 m2 de pintura mural, cuyo destino era formar parte de la colección de arte románico y que hoy en día está expuesta en el MNAC. Fue entonces de esta manera, bastante particular por cierto, en la que se reunió esta colección de arte románico que con el tiempo se convertiría en todo un símbolo de la historia de Cataluña.
La exposición del arte románico del MNAC
Bueno, entonces, una vez reunida la colección vamos a ver que la primera exposición dedicada al arte románico catalán fue inaugurada en 1924 en el Museu d’Art i Arqueología, que antes estaba ubicado en el Parque de la Ciudadela, pero entre 1931 y 1934, la colección va a ser instalada al Palau Nacional de Montjuïc, aprovechando que este edificio había sido construido para la Exposición Universal de 1929, por lo que exceptuando un pequeño paréntesis durante la Guerra Civil Española, este palacio se convirtió en el hogar de todo este patrimonio en el que sería conocido como el Museo Nacional de Arte de Cataluña – MNAC.
Pero ya que logramos establecer cuál fue el origen de esta colección vamos a hablar entonces un poco de las problemáticas que han ido surgiendo en torno a esta exposición. Por cierto, los invitamos a visitar esta exposición de arte románico catalán, si es que no han venido antes, porque es considerada como una de las más completas de Europa. Es una colección única en el mundo.
La primera problemática fue la extracción de las pinturas, ya que es una pintura mural que, como su nombre lo indica, se encontraba originalmente en el muro de estas iglesias. Por lo tanto, estaba adaptada a la forma de la iglesia misma, ábsides, arcos, no es como una pintura de caballete – o que está en un marco – que se puede movilizar y trasladar sin ningún problema.
Este tipo de pintura de arte románico catalán está supeditada a la arquitectura misma de las iglesias. Incluso, me atreveré a decir que estas pinturas, a nivel estético, están también relacionadas a su entorno natural, no es lo mismo ver estas pinturas en un templo en una montaña perdida en la mitad de la nada, con todo el silencio y la calma que tiene el campo, que estar en un museo en una ciudad como Barcelona.
Es por este motivo que las legislaciones que tenemos en la actualidad, en cuanto a arranques y traslados de pintura mural, son muy claras a la hora de decir que esto se haga únicamente en casos extremos, ya que existe una posibilidad muy grande de que se afecte tanto la composición física como los valores estéticos de la obra.
Pero bueno, más allá de que se hayan hecho algunos reclamos al respecto, incluso haya comunidades que están pidiendo que las pinturas sean devueltas a sus lugares originales, yo en realidad no voy a entrar a esta discusión, de que si estaba justificado el traslado o que si deben ser devueltas porque, nos guste o no, la decisión ya fue tomada, las pinturas están en el museo, y cualquier cambio al respecto – yo me imagino – será determinado por un juez.
La controversia detrás de la exposición del arte románico catalán
Yo creo que en realidad uno de los retos más grandes que afronta la colección de arte románico es en realidad, cómo exponer en un museo de arte una pintura del siglo XI y XII, la cual está fuera de su contexto original, está en gran medida incompleto y – como si todo esto ya no fuera suficiente – representa ciertas temáticas y programas iconográficos que un público actual puede que no conozca del todo.
Y es que, llegados a este punto, vale la pena recordar que la pintura románica es un arte principalmente simbólico y narrativo, por esto no le da tanta importancia a la forma, las figuras son generalmente bidimensionales y se presentan de manera frontal de modo que no hay profundidad. Incluso, algunas obras técnicamente no están bien dibujadas porque aquí lo más importante es el contenido. No es como hoy en día que existe esta noción del “arte por el arte”. No, aquí todos los elementos que componían e ilustraban las iglesias tenían una función, que estando en los siglos XI y XII, era la revelación y transmisión de verdades cristianas.
Por lo tanto, resulta un verdadero reto exponer este arte que, además de las limitaciones que ya nombramos en cuanto al estado de la pintura, es muy probable que las personas no estén familiarizas con todo este «contenido» y las temáticas que representan. Esto no pasaba antes, por cierto, las personas del medievo tenían una relación directa con el universo cosmológico de la teología cristiana, conocían sus historias, sus personajes y su narrativa. O sea, somos nosotros, las personas “modernas” las que, evidentemente, nos perdemos en una exposición de este tipo.
Y bueno, la verdad es que el museo como tal, el MNAC, es el primero que reconoce todas estas limitaciones, de hecho a lo largo de su historia, la sala de arte románico ha pasado por diferentes etapas en las que ha utilizado diferentes recursos para exponer este arte. Siempre ha tratado de compensar de alguna manera estas limitaciones que tiene.
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Hay momentos en que las obras han sido expuestas casi como se haría en una pinacoteca, con la pintura puesta en lienzos. Pero en otros momentos, han cambiado los criterios por unos más arqueológicos. Por ejemplo, en las salas dedicadas a Sant Climent y Santa María de Taüll, que son las salas más importantes de la colección, se reproducen la estructura interna de los templos, incluyendo los ábsides, muros, columnas e incluso la cubierta, de manera que el visitante pueda hacerse una idea muy aproximada de cuál era la disposición original de las pinturas.
Por dar un último ejemplo, a pesar de que las primeras exposiciones buscaban enfatizar el carácter religioso de la pintura, en la actualidad la sala se ha decantado más por enfatizar los aspectos estéticos de la exposición, es decir, se han cambiado cuestiones de la iluminación, el número de obras y la información que había en las salas, para que el visitante pueda aproximarse principalmente a las cualidades artísticas de las obras.
Pero bueno, un poco lo que se entiende de todos estos cambios y propuestas, es que siempre ha existido un debate en torno a cómo exponer este tipo de arte románico, una adaptación a las necesidades de la colección y también una actualización en políticas museográficas.
De todas maneras la exposición de arte románico, como nombramos antes, es la más emblemática del MNAC, además de ser una de las colecciones más completas de Europa en su estilo. A pesar de que ha ido afrontando ciertas problemáticas, permite que no solo especialistas, sino también visitantes de Barcelona, puedan conocer la evolución de este estilo a partir de sus principales técnicas, talleres e iconografías.
Pero en los comentarios queremos saber un poco su opinión, si sabían cómo había sido todo este proceso de adquisición de la pintura mural, y si han visitado el museo, qué tal les parece.
Adiós.