Volvemos a las calles de Barcelona, hoy traemos un blog muy especial sobre uno de los edificios más emblemáticos de la ciudad, el magnífico Palau de la Música, construido por el arquitecto Lluís Domènech i Montaner, una verdadera joya del modernismo catalán. Incluso la única sala de conciertos declarada Patrimonio Mundial por la UNESCO
En este blog vamos a contar un par de detalles sobre el arquitecto, sobre el auditorio como tal, pero queremos explicar por qué en un momento de todas las celebraciones que se han realizado en el Palau de la Música, nos quedó un imagen sorprendente.
Vamos a explicar por qué el Palau de la Música, en un momento de la historia, se llenó de esvásticas y fue el lugar donde se celebraron homenajes al nazismo alemán durante la Segunda Guerra Mundial.
El arquitecto del Palau de la Música, Domènech
Primero vamos a hablar sobre el arquitecto del Palau de la Música, que generalmente no entramos mucho en las biografías, pero en este caso creo que valdría la pena porque es un arquitecto excepcional – es uno de mis favoritos – Además, es un arquitecto que ha quedado en un segundo plano por el hecho de que este señor vivió y desarrolló su obra más o menos en la misma época de Antonio Gaudí. Entonces claro, Gaudí termina monopolizando todo el tema y aquí parece que no hubieran más arquitectos.
Lluís Domènech i Montaner es uno de los principales protagonistas del modernismo catalán, que es esta arquitectura muy característica – y de la que hemos hablado bastante – que encontramos en Barcelona a finales del siglo XIX.
Nació en 1850. Perteneció a una familia acomodada de la ciudad; su padre además era un encuadernador de prestigio y por eso encontramos diseños de Domènech en las cabeceras de las principales publicaciones catalanistas del momento como La Renaixença, El Diluvio y La Veu de Catalunya. Ya que de muy joven empezó a colaborar con su padre.
En cuanto a su formación, Domènech estudió ciencias físico-matemáticas, y una vez terminados estos estudios, inició la carrera de arquitectura en Barcelona. De su larga trayectoria como arquitecto se recuerda especialmente el desaparecido Hotel Internacional y el café-restaurante conocido popularmente como el Castell dels tres dragons, ambos realizados para la primera Exposición Internacional de 1888, momento en que Domènech consolida su carrera. También tenemos muchas otras obras muy reconocidas, incluyendo la casa Lleó Morera, de la que ya también ya hemos hablado en este blog.
Entrando un poco más en detalles, vemos como Domènech no se limitó únicamente al sector de la arquitectura, este señor tiene una vida bastante completa e interesante. Es un hombre sumamente moderno y erudito. De hecho, escribió numerosos trabajos de carácter teórico e histórico, fue un gran académico.
Y luego, tuvo también un periodo de activa participación política; fue fundador de la Lliga Regionalista, que se convertiría en una de las primeras fuerzas políticas de Cataluña. Incluso fue uno de los impulsores del catalanismo, un movimiento que, empezó siendo cultural, pero que luego adquirió un significado político, pero que estaba (por resumirlo mucho) orientado a la exaltación de los valores propios y distintivos de la personalidad histórica de Cataluña, sus tradiciones, cultura, lengua, etc.
En 1901 llegó a ser diputado de las Cortes Españolas, pero parecer ser que por unos desacuerdos con Francesc Cambó, otro político, se separó de la Lliga Regionalista en 1904 y se fue distanciando de la política para centrarse en la investigación y la historia. Incluso en una última etapa vuelve a la academia y a su faceta más de arquitecto.
Sería de esta última etapa donde encontramos, además, su plenitud creativa. Domènech ya estaba llegando a los 60 años cuando construyó sus obras más emblemáticas, que son el hospital de Sant Pau y el Palau de la Música. Ambas obras, sublimes. Esperamos hacer pronto un blog sobre el hospital, pero, ahora que tenemos un poco de información sobre su creador, ahora si vamos a hablar del Palau de la Música como tal.
Adentrándonos en la magia del Palau de la Música
El Palau de la Música, es un auditorio situado en la calle Sant Pere més Alt, en la zona de la Ribera de Barcelona. Su construcción se llevó a cabo entre 1905 y 1908, y las obras fueron llevadas a cabo sobre el antiguo claustro del convento de San Francisco. No se si a esta altura de nuestro blog han notado la cantidad de conventos que había en la ciudad.
El Palau de la Música fue encargado por los músicos Lluís Millet y Amadeu Vives, fundadores del Orfeó Catalán, sociedad coral fundada en 1891. La obra será encargada a Lluís Domènech i Montaner, que por los datos que dimos sobre su biografía, ya saben, era el arquitecto más adecuado por su compromiso con el movimiento catalanista y su profundo conocimiento de la cultura catalana. Lo cual, evidentemente, debía quedar de alguna manera expresado en el edificio.
Y bueno, la verdad es que Domènech hizo un excelente trabajo. El Palau de la Música, ya lo dijimos antes, es un reflejo de este periodo de maduración en el que se encontraba Domènech. Siempre se destaca cómo logra combinar la racionalidad estructural del edificio.
Ya más adelante veremos los recursos arquitectónicos que se utilizan en el Palau, con todos estos elementos ornamentales extraordinarios, propios del modernismo. Al final tenemos un edificio que, curiosamente, utiliza en realidad materiales que podríamos considerar como “pobres” pero que logran dar este efecto de lujo y suntuosidad única.
Aun así, teniendo en cuenta todas estas cuestiones, el Palau de la Música tiene 2 problemas.
Uno de los elementos más interesantes, es que el Palau de la Música está en la zona antigua de la ciudad, y estas calles tan estrechas no nos permiten disfrutar en plenitud la fachada, sobre todo esa parte del edificio donde encontramos un grupo escultórico que parece como una proa de un barco y que tiene representado una gran escultura denominada “La Canción Popular” (1909):
Una alegoría en que tenemos representada una figura femenina junto con San Jorge, un marinero, unos campesinos, un anciano, unos niños y, claro, está representada también a las clases altas de la sociedad catalana; toda esta burguesía industrial ilustrada que en este momento eran las que estaban liderando no solo la floreciente economía de la ciudad, sino también todo el desarrollo cultural que vino con ella.
Pero bueno, el caso es que es difícil apreciar los detalles de la fachada, es imposible tomarle una foto decente al edificio. Y luego, el otro problema que tiene, es que muchas veces uno pasa por aquí, ve el edificio y realmente no se alcanza a imaginar el auditorio totalmente delirante y sublime que se encuentra en su interior. Más si pasamos por este lado que nos encontramos con esta fachada un poco tosca, en ladrillo, pero, como si se tratara de una catedral gótica, el esplendor de toda su belleza está guardado en su interior.
Entonces, vamos a dar algunos highlights del Palau de la Música. Uno de los recursos arquitectónicos más interesante que utiliza Domènech, es que ideó una innovadora estructura de hierro que, por un lado, soporta todo el peso de la construcción y, por otro lado, y más importante, permite tener en el interior un espacio totalmente diáfano – libre. De hecho, la sala de conciertos tiene a ambos lados unas vidrieras que van casi del suelo al techo, las cuales están totalmente decoradas, son muy coloridas, pero que permiten, justamente que el interior esté iluminado de manera natural.
Pero si estamos ya en este tema de las vidrieras – sin lugar a duda – el elemento que más destaca de la sala es esta gran claraboya que representa un sol en forma de esfera invertida. Que tiene además una gama de colores que van desde los tonos dorados del centro, que luego se despliegan en una gama de azules, verdes, rosados … y que finaliza con una serie de rostros femeninos. Yo personalmente nunca había visto nada así, creo que es lo más bonito del el Palau de la Música, mi más grande admiración a Antoni Rigalt i Blanch que fue el que diseñó la vidriera.
Luego tenemos el escenario, que es otro gran atractivo, aunque no tanto como la claraboya. Tenemos varios conjuntos escultóricos, alegorías de la música clásica, a compositores, incluso de un costado emerge una gran cabalgata de las valquirias de Wagner. Que parece que el fundador del Orfeo, Millet, era un fiel seguidor de este artista alemán; de hecho muchos hablan de que el el Palau de la Música en realidad es un gran homenaje a Wagner y la simbología germana.
En fin, el Palau de la Música está repleto de detalles y elementos. La verdad es que el tiempo no nos va a dar para hablar del vestíbulo y la sala Sala Lluís Millet. No vamos a abordar todos los detalles porque nos quedamos aquí todo el día, además que pensamos que lo mejor que podrían hacer es venir a conocerlo. Y no digo venir a hacer un recorrido guiado, pago la entrada una mañana, NO, venir a escuchar un concierto de música – Wagner, Beethoven, Tchaikovsky.
El el Palau de la Música es básicamente una obra de arte total, tienes los elementos estructurales, los ornamentos, la música… Es una síntesis de todas las artes al servicios de la forma arquitectónica y vale mucho la pena que vengan a verlo con sus propios ojos.
Vamos entonces a la parte final del blog, donde explicamos estas imágenes tan curiosas que nos quedaron de la época de la Segunda Guerra Mundial.
Palau de la Música, el centro Nazi en Barcelona
El Palau de la Música se inauguró en febrero de 1908. Se convirtió en uno de los auditorios más importantes de la ciudad, donde se realizaban conciertos de música orquestal, instrumental, además de las actuaciones corales del Orfeo Catalán. Asimismo, en este auditorio se han celebrado actos culturales, obras de teatro, entre otras cosas, pero, se han celebrado también algunos actos políticos.
Esto es un poco parecido a la vida de Domènech, que además de las cuestiones artísticas y arquitectónicas, hubo momentos en que el Palau de la Música estuvo también ligado a la política de la ciudad. Además vimos que sus promotores eran esta burguesía catalana. Muchos de ellos, al igual que Domènech, muy cercanos de la Lliga Regionalista.
Y en este apartado político encontramos varios ejemplos, dependiendo del momento histórico que está viviendo la ciudad – PERO – elegimos desarrollar justamente esta temática del nazismo en el Palau de la Música, ya que siendo sinceros ver al Palau lleno de esvásticas es una imagen bastante impactante.
Entonces vamos a hablar un poco sobre este suceso. Por cierto, para esta última parte nos basamos en un libro que se llama Nazis en Barcelona, que les recomendamos porque explica todos estos sucesos muy bien, además que tiene una selección de fotografías bien interesantes.
Primero que todo, y poniendo un poco de contexto, estas imágenes que encontramos en el Palau de la Música son principalmente de 1940 a 1943. En España estaríamos en el periodo de la posguerra, hace poco se había terminado la Guerra Civil Española, estamos en la dictadura de Franco. Mientras que a nivel europeo está teniendo lugar la Segunda Guerra Mundial. Siendo sinceros no es la mejor época.
A pesar de que, en teoría, España tenía una posición neutral frente al conflicto, no es ningún secreto que desde la Guerra Civil se habían estado tejiendo ya algunas alianzas entre ciertos regímenes totalitarios europeos y España. Por esto, una vez acabada la guerra, la España franquista, y con ella, el franquismo catalán, abrió las puertas a la Alemania nazi y la Italia fascistas – dejando entrever una fuerte alianza – y una alianza además muy oportunista.
Hoy en día puede parecer un poco descabellado, pero es que en este punto de la historia, al inicio de la Segunda Guerra Mundial, había sectores de la sociedad que no ponían en duda la legitimidad o, por lo menos, el poderío que estaba alcanzando Alemania. Incluso pensaban que se estaba asistiendo al nacimiento de una nueva hegemonía europea, donde las viejas potencias, Francia y Gran Bretaña, estaban perdiendo todo su poder, y en cambio, ahora era el turno de estos nuevos poderes emergentes, como Alemania, Italia y España.
Había unos sectores que evidentemente estaban aterrados con todo lo que estaba pasando, pero había otros que se alinearon rápidamente con el caballo ganador – o bueno, lo que se creía que iba a ser el caballo ganador.
De estos sectores que se alinearon con el eje Roma-Berlín, tenemos entonces entonces el caso Español. Una alianza que además de tener una afinidad política, estaba hasta cierto punto “justificada”.
Desde la España franquista se tuvo siempre una actitud bastante “agradecida” por el apoyo que habían dado justamente estas potencias al bando sublevado. Nuevamente no es un secreto para nadie que las “ayudas” italianas y alemanas durante la Guerra Civil fueron decisivas para su victoria.
Es por este motivo que ya desde 1939, no más acabada la guerra, tenemos presencia de ciertos personajes de estos regímenes en la ciudad, en el espacio público. Un poco discretas al comienzo, pero poco a poco irían ganando confianza hasta convertirse en el centro de grandes homenajes, visitas diplomáticas y eventos culturales. Todo esto con la aprobación y colaboración de las principales autoridades españolas de aquellos años.
Luego, ya en el caso específico de Barcelona, es interesante, porque dentro de la máquina propagandística de la dictadura franquista era muy importante mostrar, de cara a la galería, que, por ejemplo, Barcelona, esta ciudad roja, defensora de la república y cuna de los movimientos obreros, ahora estaba casi que rendida al fascismo y el nazismo Europeo. Fue básicamente por este motivo que Barcelona estuvo casi siempre dentro del itinerario de visitas.
La primera gran recepción internacional, sería la visita del yerno del dictador italiano Benito Mussolin, Galeazzo Ciano, en julio de 1939, que al parecer venía a la ciudad para concretar la participación del régimen franquista en el conflicto mundial, cosa que al final no se daría nunca. Aun así, este dirigente fue recibido con todos los honores, hizo un recorrido en un coche descapotable por la ciudad. Según la prensa de la época, su visita fue recibida con una multitud de personas, se trató de un acontecimiento apoteósico.
La cosa no se quedó solo con el yerno de «il Duce». En realidad la visita que más se recuerda es la de octubre de 1940, nada más y nada menos que Heinrich Himmler. Reichsführer de Alemania, jefe de las SS y de la RSHA (Oficina Central de Seguridad del Reich). O sea, uno de los hombres más poderosos del régimen de Hitler.
Este señor vino a Barcelona, como un acto más de propaganda. Hay mucha especulación con esta visita, se repite bastante que Himmler vino a comprobar si la montaña de Montserrat era el Montsalvat de las leyendas artúricas, este lugar donde estaba escondido el Santo Grial de Jesús.
De hecho, de la visita al monasterio quedó también una imagen muy inquietante de Himmler saludando a la Moreneta, símbolo del monasterio y de Cataluña. Luego se dice que estando ahí, estaba muy interesado en unos vestigios íberos, o un esqueleto visigodo, porque esta era la época en que los nazis estaban realizando estas “investigaciones” que pudieran dar sustento a sus teorías raciales.
Pero bueno, todo esto no se sabe con seguridad, en la versión oficial nunca se habló de estos temas. El caso es que la visita de Himmler fue la visita más importante, pero a la vez fue también la última de esta jerarquía. Después de 1940 hasta 1943, a Barcelona van a seguir viniendo algunos representantes oficiales, pero serían visitas de las Juventudes Hitlerianas. Vendrían casi 1 delegación al año.
Entonces, estas imágenes que tenemos del Palau de la Música fueron tomadas justamente durante una de estas visitas. Se trató de un grupo formado por 52 miembros del coro que actuaba en Radio Berlín, la emisora oficial del Tercer Reich. Nuevamente el primer punto de visita fue Monserrat, que no se que obsesión tenían con la montaña, luego estuvieron en el Ayuntamiento y la Diputación Provincial.
Pero la actuación más importante se llevó a cabo el 10 de noviembre 1943 en el Palau de la Música. Según La Vanguardia: “Constituyeron un magnífico conjunto y una admirable interpretación de las obras que componían el programa, siendo largamente ovacionados por el numerosísimas público que llenaba por completo el local” 12 noviembre de 1943. Que ya saben que los periódicos a veces están es para esto.
Pero, si se fijan ya en la fecha que estamos, 1943, en este punto ya las cosas a los nazis no les estaban yendo muy bien, esta imagen de un Hitler victorioso paseando por los campos elíseos de París, había quedado muy atrás. En esta época, Hitler ya estaba de retirada después del fracaso de la Operación Barbarroja en la Unión Soviética. Ya empiezan a desembarcar las tropas aliadas en varios puntos de Europa; y en el caso de Italia no vale la pena ni nombrarlo. Ya la guerra estaba finalizando.
Aun así, la delegación fue recibida con todos los honores, aunque sería la última visita de una delegación a la ciudad. Este sería entonces el gran evento que nos dejó estas fotografías tan curiosas del Palau de la Música.
Luego, no sería únicamente este grupo artístico. Tenemos un par de imágenes más, las cuales responderían a otras celebraciones nazis. Días concretos que se celebraban dentro de este especie de imaginario Alemán y que fueron también celebrados en la ciudad. Como el Día de Acción de Gracias de la Cosecha, que se celebraba el 3 de octubre de los años 1940 y 1942. Donde nuevamente vemos al Palau de la Música lleno de esvásticas, retratos de Hitler, saludos nazis. Por esto al final, quedaron como muchas imágenes sobre estos acontecimiento.
El final de esta historia creo que la conocemos todos. A partir de 1944 ya la derrota era evidente y el siguiente año, en abril de 1945, tanto Hitler como Mussolini estaban muertos. La guerra estaba finalizando y muchos de estos países que se habían alineado con lo que se creía iba a ser esta nueva potencia emergente, empezaron poco a poco a cambiar su discurso. Todos se desvincularon rápidamente. Hicieron como borrón y cuenta nueva.
Y si seguimos avanzando en el tiempo podemos llegar a otros momentos de la historia del Palau de la Música en que incluso se dieron actos de repudio al dictador, a Franco, como fueron els fets del Palau en 1960. Pero eso ya es otra historia.