Pablo Picasso y las señoritas de Avignon

Pablo Picasso y las señoritas de Avignon

En este post vamos a hablar de uno de los hijos adoptivos de la ciudad de Barcelona. Para muchos el pintor más importante del siglo XX, Pablo Picasso. Vamos a hablar de la estrecha relación que tuvo el pintor con la ciudad, pero sobre todo, queremos contar el origen de una de las obras más famosas del arte moderno. Vamos a explicar quiénes eran las señoritas de Avignon

Quién era Pablo Picasso y su relación con Barcelona

Pablo Diego José Francisco de Paula Juan Nepomuceno Cipriano de la Santísima Trinidad Ruiz Picasso nace en Málaga en 1881. Y este es un dato muy importante, porque uno piensa en Pablo Picasso como un artista moderno, de vanguardia, y sí, efectivamente, pero Pablo Picasso nace en el siglo XIX, por lo tanto, su formación fue la de un pintor académico. Esto lo decimos para cualquier persona que pueda pensar que Pablo Picasso “pintaba mal”, Picasso nació en una época en que antes que nada se debía dominar la técnica. 

De hecho Pablo Picasso va a empezar a pintar desde muy pequeño, esto pudo estar influenciado por su padre, que era profesor de Bellas Artes, pero ya desde muy temprana edad se empieza a ver la destreza y el interés claro que tenía hacia al dibujo. 

De hecho esta es una pintura de Pablo Picasso entre los 14 y 15 años, que es bastante impresionante. 

La relación de Pablo Picasso con Barcelona empieza muy temprano, ya que en 1895 su familia se muda a la ciudad. Llega a la ciudad con 14 años. Aquí continúa su formación académica, en la Escuela de Bellas Artes de la Llotja, que es donde estamos ahora mismo, aunque debemos reconocer que, en este periodo de juventud, Pablo Picasso se va a mover bastante. Un año después de que llega a Barcelona – vuelve y se muda – ingresa a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, por lo que al final pasa también una temporada en la capital. 

Durante esta instancia en la capital española, parece que empieza su divorcio con el mundo de la academia, dicen que no asistía casi nunca a clases y que en su lugar, se la pasaba en los museos analizando las obras de Velázquez, Goya y El Greco. 

Pablo Picasso aprendió muy bien su oficio y lo hizo, no en las aulas, sino mirando, estudiando  (incluso copiando) a los mejores. Por eso es que estos pintores al final están siempre muy presentes en su obra. 

De todas maneras, esta estadía en Madrid al final no terminó de salir del todo bien, además que tuvo una enfermedad, por lo que Picasso regresa a la ciudad de Barcelona.  Pero regresa ya no como un joven estudiante, sino que vuelve como un artista. Pablo Picasso se olvida de las clases en la Llotja y se conecta con todo el movimiento cultural que se estaba desarrollando en la ciudad. 

Barcelona a finales del siglo XIX era LA CIUDAD – He hablado sobre todo de la cuestión industrial – económica, pero a nivel cultural, Barcelona era una ciudad en pleno apogeo, no solo a nivel industrial. Y Pablo Picasso supo moverse muy bien en los círculos.

No pasa mucho tiempo, ya en 1900 Picasso realiza su primera muestra individual en Els Quatre Gats, una taberna que en su momento sirvió como punto de encuentro entre artistas e intelectuales de distintas generaciones. 

En esta época, además, se está fraguando una revolución en el mundo del arte, sólo que en este momento nadie sabía que Picasso iba a terminar siendo uno de los protagonistas de este cambio.  

Pablo Picasso en la Ciudad de la Luz

Picasso vivirá en Barcelona hasta 1904, año en el que se traslada definitivamente a París. A pesar de que se muda de la ciudad, Pablo Picasso mantuvo siempre un contacto con la ciudad de su juventud, incluso sus personajes, tejados y calles serán temáticas que en ocasiones parecen asomarse en muchas de sus obras. 

Este cambio de Picasso a París fue una movida muy lógica, ya que si tú eras un artista modernillo de la época, París era básicamente la ciudad en la que tenías que estar. Ya que París a principios del siglo XX era el epicentro de la modernidad. 

Parecía que la ciudad había sabido adaptarse a todos los avances y tecnologías que la industrialización había traído. París era la Ciudad de la Luz. Además que sus cabarets, teatros, bulevares y librerías habían convertido a la ciudad en el centro cultural de Europa. 

Y es que en este tipo de ciudades – cosmopolitas – ahora puede parecer poca cosa – pero los automóviles habían cambiado la percepción de la distancia y el tiempo, el teléfono había revolucionado la comunicación. Incluso, gracias a la cámara fotográfica y el cinematógrafo, se estaba retratando la realidad como nunca se había hecho antes. 

Era evidente, entonces, que la llegada de esta “nueva era” iba a tener también su repercusión en el mundo del arte. Y es por este motivo que a comienzos del siglo XX nace finalmente el arte de vanguardia. Seguramente han escuchado este término. El término proviene del concepto militar que hace referencia a la parte de adelante del ejército, la primera fila que confronta al enemigo. 

Esta metáfora se utilizaba para explicar cómo las expresiones artísticas que surgen durante este periodo tenían un espíritu combativo, buscaban olvidarse de los conceptos y convenciones académicas producidas anteriormente. 

Buscaban, para resumirlo mucho, una ruptura radical con la pintura tradicional. Y todo esto lo estamos nombrando porque cuando Pablo Picasso llegue a París, nuevamente, se va a conectar con todos estos grupos de artistas e intelectuales de la bohemia de la ciudad. 

Picasso se instala en el estudio Bateau-Lavoir, lugar de residencia y de reunión de numerosos pintores, y desde aquí pasará muchos años experimentando, descubriendo técnicas, materiales y estilos. 

Si en Barcelona fue la ciudad donde Pablo Picasso se formó y se convirtió en artista, sería en París – siendo protagonistas del arte de vanguardia – donde Picasso se consagró como uno de los pintores más importantes del siglo XX. Y las señoritas de Avignon será el mejor ejemplo de todo. 

Pablo Picasso y las señoritas de Avignon

Y uno de los mejores ejemplo de la manera en la que trabajaba Pablo Picasso, y de todos los cambios que estaba liderando, es Las Señoritas de Avignon. 

Sabemos que la pintura fue producto de una larga búsqueda estética de Picasso que va desde 1906 a 1907. Para ejecutar este lienzo realizó varios estudios preparatorios, que incluyen dibujos de cada uno de los personajes representados. Además, Pablo Picasso supo canalizar muchas de las influencias con las que estuvo en contacto en esta época, que iban desde pintores clásicos como el Greco, hasta artistas postimpresionistas como Cézanne. 

Además – y esto es lo más se suele resaltar – las caras estuvieron muy influenciadas por representaciones mucho más primitivas como máscaras africanas y escultura de pueblos ibéricos. El resultado de todos estos estudios e influencias es esta obra en la que se representan 5 chicas, que si nos detenemos en la temática no encontramos nada nuevo, es en la forma en la que se representan donde se encuentra todo el valor de la obra. 

Con esta obra se dice que Picasso rompe con los cánones de profundidad espacial – el fondo es completamente plano y fragmentario – se desfigura la idea que se tenía hasta entonces del cuerpo femenino, el cual ahora adopta una expresión más bien geométrica y bidimensional. 

Como último detalle podemos nombrar los colores que utiliza, que no corresponden con la realidad. Que todo unido, y sobretodo en la época en que fue hecho, representó una clara ruptura con todo lo establecido en cuanto al realismo, la perspectiva espacial y la anatomía humana.  

Y, como si no fuera suficiente todo esto, se dice que esta obra va a ser el punto de partida del efímero movimiento cubista, que para muchos sería el primer movimiento propiamente de vanguardia del siglo XX. 

La historia detrás de las señoritas de Avignon de Pablo Picasso

Por todo esto, Las señoritas de Avignon es entonces una de las obras más importantes de la historia del arte moderno, y el detalle que muchas personas ignoran es que el nombre no hace referencia a la ciudad francesa de Aviñón, sino que hace referencia al carrer de avignon que se encuentra en el casco antiguo de Barcelona. 

Las señoritas de avignon parece un recuerdo lejano de las noches de juventud de Picasso en Barcelona. Fernando Castro Flórez, crítico de arte, recuerda que Picasso pintaba siempre personajes y temáticas que le tocaban muy de cerca. 

Y es que para nadie es un secreto que no era raro encontrar a Picasso en los burdeles de la ciudad. De hecho, viendo la obra de Picasso encontramos que la temáticas de las prostitutas y los burdeles, todo este universo del erotismo, siempre le llamó la atención. 

Además sabemos que durante su juventud en Barcelona Picasso vivió muy cerca de la calle avignon, además que tenía una rutina muy parecida a la que tenías los bohemios de la época, ir a las tertulias de los 4 Gatos, pasar la tarde en las corridas de toros en la Barceloneta  y acabar en la noche en los prostíbulos del carrer de Avignon. Parece ser que fueron estas noches de burdeles en Barcelona las que inspiraron la obra. 

El escritor Palau i Fabre se animó incluso a ubicar el burdel en el que se habría inspirado Picasso, el cual estaría en el número 44 de la calle. Es este palacete del siglo XVII que tenemos en la parte de atrás,y que en la actualidad acoge la sede de la Fundació Francesc Ferrer i Guàrdia.

De todas maneras, este es el último detalle que vamos a dar, Picasso no solía poner el nombre a los cuadros inmediatamente. Se tomaba su tiempo. Al principio el poeta Apollinaire, amigo de Picasso, se refería al cuadro como El burdel filosófico. Pero fue el poeta André Salmon quien acuñó la denominación Las Señoritas de Avignon. 

La obra no es que haya gustado mucho. Hay que tener en cuenta que las vanguardias se estaban enfrentando a todos los cánones de la época, entonces es lógico que en un principio este tipo de obras no fueran del gusto del público en general. Por eso en esta primera exposición la obra pasó totalmente inadvertida. Fue ya casi llegando a 1940 que la obra fue adquirida por el MoMA, en Estados Unidos, donde permanece hasta la actualidad. 

A partir de aquí la obra ha ido adquiriendo cada vez más importancia. Y el resto ya es historia.

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