Sant Felip Neri: la plaza más bonita de Barcelona… y una de las más trágicas

La encuentras por casualidad. Estás recorriendo las callejuelas del Barrio Gótico, sin rumbo claro, y de pronto… aparece. Una pequeña plaza empedrada, silenciosa, íntima, con una iglesia barroca en un lateral y árboles que filtran la luz con delicadeza. Es fácil quedarse allí un rato. Es uno de esos rincones que parecen ajenos al ruido de la ciudad. 

Sant Felip Neri es, sin duda, una de las plazas más bonitas de Barcelona. Pero también una de las más trágicas. Porque bajo esa calma hay cicatrices. Y en sus muros, aún se pueden ver las marcas de uno de los episodios más dolorosos de la historia reciente de la ciudad: los bombardeos de la Guerra Civil Española. 

En esta entrada te contamos qué ocurrió en Sant Felip Neri, por qué se convirtió en símbolo de la destrucción y cómo fue reconstruida piedra por piedra en plena dictadura franquista. Un lugar de belleza… y de memoria.

Arxiu Municipal de Barcelona

Una plaza escondida entre las piedras del Gótico

Ubicada en pleno Barrio Gótico, a pocos metros de la Catedral de Barcelona, la Plaza de Sant Felip Neri es uno de esos rincones que parecen haberse quedado fuera del tiempo. Se accede por dos estrechas calles: la calle Montjuïc del Bisbe —una de las más bonitas de la ciudad— y la calle de Sant Sever. 

En la plaza se encuentran varios edificios de interés. En un lateral, la iglesia de Sant Felip Neri, una de las pocas iglesias barrocas que conserva Barcelona, construida en el siglo XVIII. Su fachada sencilla contrasta con los altares y pinturas de Joan Llimona en su interior. Dicen que era la iglesia favorita de Gaudí, quien acudía allí a diario a confesarse con el padre Lluís Maria de Valls i Riera. 

Junto a ella está la escuela Sant Felip Neri. Por eso, si visitas la plaza en horario escolar, puedes encontrarla cerrada: los niños usan el espacio como patio de recreo. También se encuentran allí el Hotel Neri —con una terraza muy agradable—, el antiguo Museu del Calçat y algunas viviendas particulares. 

Todo parece antiguo, armonioso, casi teatral. No es casual: lo que vemos hoy es una reconstrucción realizada en los años 50. Porque esta plaza, tal como la conocemos, no siempre fue así. Durante la Guerra Civil Española, en 1938, fue destruida por un bombardeo que dejó decenas de muertos. Muchos de ellos eran niños.

Arxiu Municipal de Barcelona

Barcelona bajo las bombas: contexto de la Guerra Civil

La Guerra Civil Española comenzó en julio de 1936 con un levantamiento militar contra el gobierno de la Segunda República. El golpe fracasó parcialmente, lo que derivó en una guerra larga y brutal entre los sublevados —apoyados por la Alemania nazi y la Italia fascista— y los republicanos, respaldados por la Unión Soviética y, en menor medida, por voluntarios internacionales. 

Aunque Barcelona no estaba en el frente de batalla, fue uno de los principales objetivos del bando sublevado. ¿Por qué? Porque era la capital de Cataluña, el segundo núcleo urbano más importante del país y, además, albergaba buena parte de la industria de guerra republicana. 

A lo largo de los tres años que duró el conflicto, la ciudad fue bombardeada en más de 200 ocasiones. Al principio, los ataques se centraron en zonas industriales y portuarias, pero con el tiempo los bombardeos se volvieron indiscriminados. Muchos tenían como único objetivo aterrorizar a la población civil. 

Uno de los bombardeos más recordados es el que sufrió la ciudad entre el 16 y 18 de marzo de 1938, cuando la aviación italiana lanzó bombas durante más de 48 horas. Sin embargo, el ataque que marcó para siempre a Sant Felip Neri ocurrió unos meses antes, en enero de ese mismo año.

20 de enero de 1938: la tragedia de Sant Felip Neri

Era una mañana de invierno. La iglesia de Sant Felip Neri servía como refugio improvisado para vecinos de la zona, entre ellos varios niños. A las 9 en punto comenzaron a sonar los aviones: era la aviación fascista italiana, operando desde la isla de Mallorca. 

Durante dos horas, de 9 a 11 de la mañana, arrojaron bombas sobre distintos puntos de la ciudad. Algunas de esas bombas cayeron directamente en la plaza. En total, murieron 42 personas, la mayoría niños. Las bombas destruyeron buena parte de los edificios, y solo la iglesia y uno de los laterales sobrevivieron. 

El espacio reducido de la plaza hizo que los efectos fueran aún más devastadores: el eco, los fragmentos, la onda expansiva. Las paredes de la iglesia todavía conservan las huellas de ese ataque: decenas de impactos de metralla que no se han querido restaurar, como símbolo de memoria. 

Este episodio marcó un antes y un después para la ciudad. Aún hoy, quienes visitan Sant Felip Neri suelen quedarse en silencio, sorprendidos al descubrir que esa plaza idílica fue, también, un lugar de muerte.

Arxiu Municipal de Barcelona

Una reconstrucción con piezas del pasado

Tras el final de la guerra en 1939, Barcelona quedó en ruinas físicas y emocionales. Durante más de una década, la plaza de Sant Felip Neri quedó en estado de abandono, entre escombros. No fue hasta los años 50 que se inició su reconstrucción. 

El encargado del proyecto fue Adolf Florensa i Ferrer, arquitecto municipal del régimen franquista. Su propuesta no consistía en reconstruir lo que había sido, sino en crear una nueva plaza que evocara el pasado con un aire romántico y monumental. 

¿Cómo lo hizo? Trasladando edificios históricos desde otros puntos de la ciudad. La antigua casa gremial de los Caldereros, que estaba en la calle Boria, fue desmontada y reubicada junto a la iglesia. Lo mismo ocurrió con la casa gremial de los Zapateros, procedente de la calle Corríbia, que durante un tiempo fue la sede del Museu del Calçat. 

Ambas construcciones son del siglo XVI, lo que le da a la plaza su aire antiguo, aunque en realidad se trata de una puesta en escena muy posterior. Completan el conjunto el Hotel Neri y un edificio residencial sin mayor relevancia arquitectónica. 

La iglesia, en cambio, no fue restaurada del todo. Se dejó tal y como quedó tras el bombardeo, con sus cicatrices visibles. El objetivo era claro: que la plaza no solo fuera un espacio bello, sino también un lugar de memoria.

Arxiu Municipal de Barcelona

Un lugar de belleza… y de memoria

Hoy, Sant Felip Neri es una plaza que mezcla silencio y recuerdo. Es un espacio de descanso para los que pasean por el Gótico, un lugar de juegos para los niños de la escuela, un punto de encuentro para quienes buscan belleza… y también historia. 

Las marcas en la fachada de la iglesia no son decorativas. Son restos de metralla. Y su presencia no es casual: están ahí para que no olvidemos que, bajo las piedras de Barcelona, hubo una guerra. Que las plazas bonitas también pueden haber sido escenarios del horror. 

Visitar esta plaza no es solo una experiencia estética. Es, también, un acto de memoria. Un reconocimiento a las víctimas del bombardeo. Y una advertencia silenciosa de lo que puede pasar cuando la guerra entra en las ciudades.

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